“Casi ninguna planta crece exitosamente en su hábitat natural cuando está aislada y en completa soledad, sino que se agrupan según sus requerimientos y logran establecer relaciones simbióticas muy interesantes”, escribe Ame Rodríguez en el blog de Be.Grenn. Personalmente considero este dato como un hecho comprobado, ya que he podido salvar a varias plantas que languidecían en un rincón de mi hogar con tal solo cambiar su ubicación, trasladándolas a un lugar donde otras de su especie pudieran hacerle compañía.
Con los seres humanos ocurre un fenómeno similar: el solo contacto “con el otro” cambia nuestro humor, nos renueva, nos hace sentir vivos. Y si “ese otro” es una persona (o un grupo de personas) con quien podemos intercambiar emociones, pensamientos y sueños sin ser juzgados, mucho mejor; nos sentimos escuchados, valorados, acompañados y amados.
¿Por qué nos aislamos?
Se me ocurren un par de razones por las que aislarnos sería una opción en nuestra vida, pero seguramente existen muchas más:
– Por miedo. Tal vez confiamos y fuimos engañados o decepcionados, sufrimos mucho frente a esa situación y por tal motivo decidimos alejarnos voluntariamente de entornos sociales que habitualmente frecuentábamos.
– Por incomodidad. Las personas cambiamos con el paso de los años, en el mejor de los casos crecemos y progresamos, en el peor de los casos nos estancamos e involucionamos. En muchas ocasiones podemos descubrir que, para nuestra sorpresa, ya no congeniamos con el estilo de vida, los ideales o las conversaciones de un grupo de personas con quienes en otro momento nos sentíamos a gusto.
– Por timidez. Somos personas introvertidas a quienes nos cuesta tomar la iniciativa para entablar una conversación y relacionarnos con los demás. En este caso, la posibilidad de interactuar por medio de la tecnología nos garantiza un ambiente seguro, sin exposición, que suele reemplazar el contacto social directo.
– Por falta de interés o comodidad. No estamos muy interesados en relacionarnos con otras personas, ya que nos sentimos bien con nosotros mismos y preferimos una vida en soledad pero libre de horarios, compromisos y sobresaltos.
Sin embargo, en muchas ocasiones este aislamiento puede darse no por una decisión personal sino de manera involuntaria o por circunstancias particulares del ciclo vital, como puede ser el caso de una madre con niños pequeños, personas al cuidado de familiares con problemas de salud graves o crónicos, el exceso de tiempo dedicado al estudio o al trabajo, etc. Una vez descartados todos los posibles escenarios antes mencionados, “en general, el aislamiento social puede ser un síntoma importante de ansiedad y depresión”, explica el equipo de profesionales de DE SALUD, psicólogos en su sitio web, afirmación que nos invita a prestar atención a este tipo de conductas, en lugar de restarle importancia o minimizarlas.
Efectos
En lo personal debo confesar que amo mis momentos de soledad y no los cambiaría por nada. Disfruto estar en casa sola, en silencio o escuchando música, escribiendo o reflexionando. Me encanta salir a caminar sola, sin personas ni dispositivos que puedan interferir en ese preciado momento de relax y paz mental. Se trata de una soledad “por elección”, totalmente sana y yo agregaría necesaria, porque resulta vital tomarnos un tiempo para desconectar de los ruidos externos y escuchar la voz del interior.
Algo absolutamente distinto ocurre cuando el sentimiento de soledad, que puede darse incluso estando rodeamos de muchas personas, o el aislamiento social, es decir, la ausencia de otro con quien compartir o interactuar, se transita con angustia, dolor o resignación.
El dolor emocional puede activar las mismas respuestas de estrés en el cuerpo que el dolor físico. Cuando esto se prolonga durante mucho tiempo, puede provocar una inflamación crónica (liberación sobre activa o prolongada de sustancias que pueden dañar los tejidos) y una inmunidad reducida (capacidad para combatir enfermedades). Esto aumenta el riesgo de enfermedades crónicas y puede dejar a una persona más vulnerable a algunas enfermedades infecciosas. (NIH, artículo en línea)
El solo hecho de “notar la ausencia” de una persona puede salvarle la vida. ¿Suena fuerte? Tal vez, pero es real, porque muchos entrarán en el ciclo del aislamiento social sin darse cuenta, sumergiéndose lentamente en un estado de soledad, sintiéndose invisibles y devaluados. Alguien dijo que lo contrario al amor no es el odio, sino la indiferencia, y yo adhiero totalmente a esa idea, porque saberse odiado implica ser conscientes de la mirada del otro sobre nosotros, una mirada de juicio y de ausencia de perdón, pero mirada al fin. El olvido es un castigo cruel.
La soledad es un estado incapacitante que curiosamente nos lleva a encerrarnos en lugar de buscar al otro como medicina para el sufrimiento. Aunque la inercia de la soledad te lleve a aislarte, recuerda que tu biología está programada para socializar. (Serrano Rosa, I. 2019)
Por eso, si nos sentimos enfermos, faltos de energía o tristes, rompamos la barrera del orgullo y demos el primer paso, volvamos a conectar con otros. Acercarnos a otras personas nos revitalizará, nuestras hojas reverdecerán y volveremos a florecer.
Referencias
- De salud, psicólogos, sitio web. Recuperado de: https://desaludpsicologos.es/problemas/problemas-con-las-relaciones-sociales/aislamiento-social/
- NIH, National Institute on Aging. Soledad y aislamiento social: Consejos para mantenerse conectado. Texto revisado en: Enero 14, 2021. Recuperado de: https://www.nia.nih.gov/espanol/soledad-aislamiento-social-consejos-mantenerse-conectado#:~:text=El%20aislamiento%20social%20es%20la,mientras%20est%C3%A1%20con%20otras%20personas.
- Rodríguez, Ame. Juntas mejor: Plantas que son más felices en grupo. Be.Green. Recuperado de: https://be.green/es/blog/juntas-mejor-plantas-que-son-mas-felices-en-grupo#:~:text=Continuar%20comprando-,Estar%20juntas%20es%20lo%20natural,establecer%20relaciones%20simbi%C3%B3ticas%20muy%20interesantes.
- Serrano Rosa, Isabel (2019). ¿Qué pasa cuando te aíslas? EL MUNDO. Recuperado de: https://www.elmundo.es/vida-sana/mente/2019/04/18/5cb741c821efa09d198b4610.html