La palabra manipulación originalmente hace referencia al trabajo que se realiza haciendo uso de las manos. Sin embargo, el término también se utiliza en muchas oportunidades para mencionar aquellas acciones que se llevan adelante “con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares”, (RAE, 2021).
Sánchez Cuevas (2021) se refiere a la manipulación desde una perspectiva psicológica, calificándola como “todo un arte que conlleva no solo ocultar malas intenciones o comportamientos agresivos, sino también la habilidad de identificar las vulnerabilidades emocionales del otro, para luego poner en marcha las mejores estrategias con el fin de manejarlo.”
Por otra parte, Van Dijk, Teun. (2006) explica que, “sin las asociaciones negativas, la manipulación podría ser una forma de persuasión (legítima)”, argumentando que la diferencia radica en la postura que asumen las personas frente al discurso. Es decir, algunas personas harán uso de su libertad y tomarán la decisión de aceptar o no los argumentos, mientras que otras se posicionarán en un papel más pasivo, quizás por falta de recursos, desinformación o creencias erróneas, constituyéndose finalmente en víctimas de la manipulación.
Pero en este artículo no es mi intención hablar de quienes de manera “más o menos inconsciente o inocente” hacen uso de sus encantos para persuadirnos o manipularnos con el fin de que les compremos un helado o un par de zapatillas de moda, sino de aquellas personas que “intencionalmente y con objetivos claros” utilizan sus habilidades y estrategias para descubrir nuestros puntos vulnerables, mentirnos, engañarnos y sacar provecho de la situación.
La manipulación no solo involucra poder, sino específicamente abuso del poder, es decir, dominación. En términos más específicos, pues, implica el ejercicio de una forma de influencia ilegítima por medio del discurso: los manipuladores hacen que los otros crean y hagan cosas que son favorables para el manipulador y perjudiciales para el manipulado. (Van Dijk, Teun, 2006)
Quienes han estudiado exhaustivamente el tema afirman que no existe un único perfil que caracterice a la persona manipuladora. Al pensar en esta clase de conductas imagino una línea recta: en un extremo identifico la seducción y en el otro la victimización. En uno de los polos estaría la seducción extrema, que hace sentir a quien la porta como alguien invencible e irresistible, alguien a quien no le puede ser negado nada; una persona con coraje y decisión, perseverancia y astucia, dispuesta a conseguir a cualquier costo su objetivo: ganar. En el otro extremo de la línea estaría la victimización, personas que hacen uso de sus limitaciones (reales, imaginarias o inventadas) para someter a sus presas mediante el ritual de la lástima y la culpa, bailando al compás del macabro juego del “te necesito”, “no puedo vivir sin vos”, “no puedo más con la soledad”, “nadie me quiere”, “si me abandonas me mato” y expresiones similares. Como si esto no fuera ya suficiente, existirían tantas variaciones como combinaciones posibles, oscilando entre estos polos aparentemente opuestos, que no son más que las dos caras de una misma moneda.
Pero hay más… algunas personas negarán desfachatadamente sus conductas manipulativas mientras que otras simplemente no serán conscientes de la forma de relacionarse que mantienen con su entorno. Las acciones de unas estarán emparentadas con la maldad, mientras que los hábitos de otras se relacionarán con formas insanas de comunicación e interacción.
¿Cómo cuidarnos y proteger a quienes amamos?

Identificar a las personas manipuladoras no es sencillo, sobre todo si somos quienes han creído sus argumentos y cedido ante sus demandas. Pero entonces ¿de qué forma podemos prevenir situaciones de abuso psicológico? ¿Qué podemos hacer para escapar a tiempo? ¿Existe alguna estrategia que nos permita identificar los intereses que esconden este tipo de personas?
Necesitaremos apartar un tiempo, tomar distancia emocional y responder con total sinceridad algunas preguntas: ¿siento libertad de ser quien soy frente a esa persona? ¿Me atrevo a discutir puntos de vista y a establecer límites? Al relacionarme con esa persona ¿siento vergüenza o culpa constantemente? ¿Me siento en deuda, sin valor o con temor? Si este tipo de emociones se apoderan de nosotros ante su presencia, podríamos estar sufriendo algún tipo de manipulación, por lo que sería muy importante compartir nuestras inquietudes con alguna persona madura y de nuestra confianza; seguramente quienes nos aman y se interesan por nuestro bienestar ya hallan notado algo que eventualmente les llamó la atención y no dudarán en compartirlo con nosotros si les permitimos hacerlo.
Referencias
- REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.5 en línea]. Recuperado de: https://dle.rae.es/manipular Consultado el 11 de noviembre de 2022
- Sánchez Cuevas, Gema (2021). La manipulación emocional. PsicoActiva.com: Psicología, test y ocio inteligente. Recuperado de: https://www.psicoactiva.com/blog/la-manipulacion-emocional/
- Van Dijk, Teun. (2006). Discurso y manipulación: Discusión teórica y algunas aplicaciones. Revista signos, 39(60), 49-74. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-09342006000100003